
El proceso típico de la matanza comienza con el arrastrado del animal hasta la mesa y el aturdimiento, que ya es requisito legal para evitar sufrimiento. A continuación se corta la vena por la cual se desangrará y una vez situado en el suelo, se chamusca con paja de centeno en la parte inferior y helechos secos en la superior. Se raspa y se lava. Llegado este momento ¿por qué no disfrutar de un aguardiente? Después de este, para algunos, necesario inciso, comienza la apertura en canal y extracción de la tripa cular cuidadosamente para que no se rompa, ya que con ella se harán los embutidos. Se sigue despiezando y para el final se dejan las paletas y jamones, que pasarán por el desangrado y salado. Después se guardan en una sala durante un día por cada kilo de peso y pasado ese tiempo empieza el periodo de curación de las piezas. El día posterior a la matanza, es el que siempre se ha dedicado a la elaboración de los embutidos, elaborados con una mezcla de carne, grasa, y pimentones en el caso del chorizo y del lomo, y pimienta en el caso del salchichón. Solo quedará embutir la carne en las tripas del cerdo y dejar curar en el idóneo clima salmantino.
Este proceso se ha industrializado, permitiendo sacrificar más de 10.000 cerdos diarios en la provincia de Salamanca para elaborar este exquisito manjar y poder surtir a todo el mundo.
Volvemos a la Fiesta de la Matanza que se celebra en Guijuelo, donde durante el último fin de semana de enero y todos los de febrero, junto a matanceros de honor, galardonados con el Guijuelo de Oro, pregoneros,... podremos vivir este espíritu y degustar los que dicen que son unos de los mejores ibéricos del mundo.
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